sábado, 4 de diciembre de 2010

Por fin libertad religiosa en el Perú: respeto hacia todas las religiones y a las libertades del individuo

El jueves por la tarde, mientras escuchaba la radio, me entere de una sorpresiva pero grata noticia: el Congreso de la República del Perú había aprobado la Ley de Libertad Religiosa, mediante la cual se pretende que se reconozca de igual manera a todas las religiones y creencias que se practiquen en nuestro país. Es decir, que todas las religiones gocen de los mismos beneficios y cumplan con las mismas obligaciones. Se espera que, con ello, se acaben las preferencias que se le da a la Iglesia Católica en el Perú. ¿Alguna vez no se ha puesto a pensar por qué todos los peruanos deben pagar impuestos, los cuales, luego, van a parar a manos de la Iglesia Católica sin tomar en cuenta a las demás religiones? ¿Por qué darle preferencias a una religión que se nos impuso hace más de 500 años por los invasores españoles? ¿Es eso justo? Solo cabe recordar aquella marcha organizada por Víctor Raúl Haya de la Torre, en mayo de 1923, en la cual se manifestaba el descontento ante la pretensión del entonces presidente Augusto B. Leguía para consagrar al Perú al Sagrado Corazón de Jesús. Ahora, casi noventa años después, recién se está iniciando el proceso por el cual se logrará un Estado laico. Desafortunadamente, durante muchos años no se cumplió a cabalidad el respeto hacia los derechos fundamentales de la persona como el de la libertad de religión que es uno de los derechos de primera generación y se encuentra establecido en nuestra Constitución.


En la actualidad, los peruanos vivimos en una sociedad, en la cual cada uno de los individuos tiene creencias y costumbres distintas. Todo esto, añadido a la desacreditación de los sacerdotes, el desacuerdo entre el pensamiento de algún sector de la población y la Iglesia Católica, provoca que mucha gente deje de lado el catolicismo y elija el tipo de creencias que esté de acuerdo con su modo de pensar y de vivir. A pesar de ello, hasta el momento no se había manifestado esa diversidad cultural mediante el respeto e igual valoración hacia todas las religiones y creencias. Sin embargo, esta situación está a punto de revertirse gracias a la aprobación de la Ley de Libertad Religiosa.


Ante todo, debemos tomar en cuenta que los Derechos Humanos se basan en la dignidad humana, en la libertad y en la igualdad entre todas las personas. Dentro de los Derechos de Primera Generación, se encuentra el Derecho a la Libertad, el cual incluye el derecho que le corresponde a cada persona para elegir su propio sistema de creencias. ¿Y si la persona no puede elegir su propia religión? Pues, lamentablemente esto ha sucedido en nuestro país. Los niños van a la escuela y se les dicta el curso de Religión basado única y exclusivamente en las creencias cristiano-católicas.  De acuerdo con Fernando Savater, el ser libre implica la posibilidad de poder elegir entre una u otra opción. Es decir, si se aplicara la libertad de manera eficiente en nuestro país, se debería dejar a la elección del alumno el llevar o no el curso de Religión. En este sentido, no debería haberse permitido que se imponga una sola religión en nuestro país de igual manera como los españoles impusieron esta religión a nuestros antepasados. El Perú es un país diverso y, por ello, deberían considerarse los otros tipos de religiones presentes en nuestro país.


Por otro lado, tomando en cuenta que los ciudadanos son personas iguales en deberes y derechos se deberían haber dado las mismas oportunidades a todos los sistemas de creencias presentes en nuestro país. Es decir, tanto las religiones católicas y las no católicas deberían haber gozado de los mismos beneficios y haber cumplido las mismas obligaciones para con el Estado. Ante ello, cabe mencionar que no es aceptable en ningún caso la imposición de religiones en una sociedad multicultural como la nuestra. Al respecto el sacerdote Gastón Garatea, en declaraciones a RPP, afirmó que “aquella persona que no quiera pertenecer a la Iglesia Católica está en la libertad de pertenecer a otra o a ninguna”. Además, Garatea consideró que el hecho de impartir el curso de religión en los colegios de manera obligatoria es un tipo de imposición, por lo cual dicha situación debe ser cambiada para mantener el debido respeto hacia las personas y a sus diferencias.


Por último, si bien todas las personas somos diferentes en cuanto a sexo, raza, cultura, religión y pensamiento, somos iguales en deberes y derechos. Las diferencias personales no deben ser determinantes al momento de tratar a las personas. Es decir, no por pertenecer a otra religión diferente a la oficial de un país, una persona deber ser tratada de diferente manera a la que se trata a una persona creyente en la religión católica, por ejemplo. Esta situación es inaceptable y, para el agrado de todos aquellos que respetamos las libertades del individuo, esta por solucionarse este problema.


En este sentido, considero oportuna y justa la aprobación por parte del Congreso de esta Ley de Libertad Religiosa, ya que, en el Perú, el catolicismo dejó de ser la religión predominante, y si así lo fuera, no hay ningún derecho de imponerla a una persona, que no comparte determinadas creencias, a recibir educación religiosa de un credo del cual no es participe. Con todo ello, y considerando que el Perú es un país multicultural era inconcebible que se siga imponiendo el curso de Religión en los Centros Educativos. Esto no tendría nada de malo a no ser por el hecho de que la religión que se imparte, hasta el momento, es única y exclusivamente la religión católica. De esta manera, se dejaba de lado los otros pensamientos y creencias, como si en el mundo no hubiera otra religión que no fuera la católica, como si se tratará de un país en donde todos somos idénticos. Es cierto que todos somos iguales, pero lo somos en deberes y derechos, no somos como productos de fábrica que salimos en serie, todos por un mismo molde. Por el contrario, los individuos tenemos diferencias. Y esas diferencias nos enriquecen como personas y nos hacen tener una visión más humana, pluricultural y globalizada de nuestra sociedad.


Con el tipo de educación que se ha estado impartiendo durante muchos años, se educaban a los niños y se creaban ciudadanos que no tenían conocimiento acerca del “otro”, acerca de esa persona que vive y piensa diferente a nosotros, la valoración hacia la otra persona, hacia el diferente era muchas veces de tipo peyorativo. Como si lo que uno tuviera como creencia fuera la realidad absoluta y todos los demás estuviesen equivocados. Ahora, no se trata de buscar la verdad absoluta, sino de valorar todas y cada uno de los tipos de pensamientos y credos, y tomar de cada uno lo bueno y crear un pensamiento que se cumpla para todos. En este sentido, nuestro comportamiento debería estar regido antes que nada por nuestra propia razón y no por leyes que vengan de afuera. Es decir, cuando actuamos, pensamos y decidimos que hacer deberíamos hacerlo tomando en cuenta nuestros propios pensamientos, que si bien estarán influenciados por la educación religiosa recibida o por la familia, evitando que sean los pensamientos religiosos los que determinen nuestro actuar.


Finalmente, sería muy buena idea reemplazar el curso de “Religión” por otro que bien podría ser llamado “Historia de las Religiones y de las Culturas”. Mediante este curso, los niños y adolescentes en los colegios tendrán una visión más real y sincera de la sociedad y aprenderán a respetar a las personas de diferentes creencias y pensamientos dejando de lado el etnocentrismo mediante el cual se cree que la cultura a la que uno pertenece es la correcta y la verdadera para todos. Con el cambio del curso de Religión por uno que trate a todas las religiones, basada en la historia y en  la moral de cada una de ellas, se estará promoviendo la tolerancia y el respeto hacia los demás.

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