lunes, 12 de diciembre de 2011

Una herencia más del gobierno anterior: los proyectos hidroeléctricos en Madre de Dios

En la década pasada y, especialmente, durante el gobierno de Alan García, se han aprobado grandes proyectos basados en la explotación de nuestros recursos naturales. Es cierto que necesitamos dinero para poder sostener nuestra economía, así como necesitamos de la electricidad para poder desarrollar con normalidad nuestras labores diarias. Pero debemos considerar los impactos socio-ambientales provocados por la ejecución de los proyectos energéticos. En este sentido, Proyectos hidroeléctricos, como los de Marañón y Pakitzapango, no deben ser ejecutados por el actual gobierno de Ollanta Humala.


De llevarse a cabo los proyectos hidroeléctricos, estos traerían consecuencias negativas para el medio ambiente y para la sociedad. Los proyectos en cuestión se basan en la generación de energía a través del agua. Para ello, se realizarían represas que controlarán el curso del río. Es decir, la naturaleza ya no seguiría su desarrollo normal, sino que sería modificado de manera irreversible. Esta modificación provocaría la muerte de muchos peces y la deforestación de la selva amazónica. Además, se estaría obligando a las poblaciones locales a trasladarse hacia otros lugares. Esto constituye una movilización forzada y una violación al derecho a la identidad cultural y a la vida, ya que estas comunidades viven en armonía con la naturaleza, se alimentan de los peces del río y sus actividades se encuentran son de autosuficiencia. Ese es su estilo de vida y debemos respetarlo.

Además, si se llevan a cabo dichos proyectos, el gobierno actual no estaría actuando de manera democrática. En una democracia, los ciudadanos deben ser partícipes de las decisiones gubernamentales y no se deben tomar medidas sin considerar la opinión de la población. Así como nosotros, las comunidades indígenas y las poblaciones nativas de la selva tienen derechos que el Estado debe proteger. Ellos tienen derecho a la vida y a una identidad cultural propia. Y, de ninguna manera, debe permitirse que los gobiernos sigan actuando como si ellos no existiesen.
Ya el anterior gobierno los excluyó de los proyectos. Ahora, es necesario que los tomemos en cuenta y que respetemos sus costumbres. Es decir, es necesario que se les consulte a los pobladores de la zona si están o no de acuerdo en la ejecución de los proyectos.

En este sentido, el actual gobierno no debe seguir actuando como sus antecesores, y debe tomar en cuenta los efectos negativos de los proyectos energéticos, así como la opinión de los ciudadanos, en especial en los casos de las hidroeléctricas de Madre de Dios, Marañón y Pakitzapango. Por ello, debemos exigirle a nuestro presidente que cumpla su promesa de no llevar a cabo dichos proyectos. No debemos permitir que los intereses económicos se pongan por encima de la vida humana y el cuidado del planeta.

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