lunes, 12 de diciembre de 2011

El individualismo y la lucha por la libertad

En la actualidad, vivimos en una sociedad caracterizada por el carácter individualista y por un abandono del espíritu colectivo. Como consecuencia de ello, podemos notar el egoísmo y la falta de solidaridad de muchas personas. Se supone que una sociedad es una alianza de socios, compañeros donde todos unidos podemos convivir en armonía. Sin embargo, esta sociedad postmoderna quiere parecerse cada vez más a ese estado de “lucha de todos contra todos” a la cual hacía referencia Hobbes. Ante ello, cabe preguntarnos: ¿Cómo fue posible que el individualismo se imponga como valor en esta sociedad? ¿Qué importancia tienen el relativismo y el escepticismo en este aspecto? ¿Qué consecuencias ha traído este pensamiento? ¿Dónde está la lucha por la libertad de la que nos hablaba Sartre? ¿Cuál es la relevancia del abandono de lo colectivo y del “otro” en la sociedad actual? A continuación, se intentará responder estas cuestiones basándonos en la importancia del individuo, entendido como un elemento de la sociedad, en el conocimiento humano. Además, prestaremos principal importancia a las consecuencias del individualismo y a la lucha por la libertad.


De acuerdo con Sexto Empírico, la ataraxia es la serenidad del espíritu, estado que solo encontraremos cuando dejemos de asumir posturas definidas y dogmáticas respecto a cuestiones del mundo, ya que cuando tomamos una postura, tenemos una opinión clara y enfrentada con otra, con lo cual nos perturbamos y pensamos que todo es bueno o malo en esencia. En este sentido, si asumir una postura resulta perjudicial para la tranquilidad del alma, la solución que da Empírico para esta perturbación es la del escepticismo, mediante el cual se debe tomar en cuenta que siempre existirán un argumento a favor y otro argumento en contra respecto a cualquier tema en cuestión, por lo cual asumir una posición clara y tajante resultaría errado y perturbador. De acuerdo a ello, el camino del individuo hacia el conocimiento se encontraría condicionado a la serenidad del espíritu y a la capacidad de ser escéptico. Por otro lado, Alfred North Whitehead nos habla de las cuestiones de hecho, interés e importancia. Para Whitehead, un hecho es lo que sucede, un suceso a secas, mientras que el interés es el puente entre el hecho y la importancia: si un hecho es considerado por alguien como interesante, este le toma la importancia que crea pertinente. De igual manera, la importancia no existiría si no hubieran hechos porque solo los hechos son factibles de ser considerados como importantes o no. Además, Whitehead nos ilustra el problema de las particularidades y las generalidades. Como los seres humanos tenemos ideas y pensamientos diferentes consideraremos como importantes hechos diferentes. Es decir, cada uno de nosotros tiene percepciones distintas del mundo por lo que el problema sería definir qué es lo importante y qué no lo es, ya que cada individuo tiene su propia forma de entender el mundo y de conocer. Además, Jean Paul Sartre nos indica a la angustia como condición existencial para el valor y las decisiones. De acuerdo con Sartre, la angustia aparecería en el momento en el que nos sentimos libres, ya que la libertad implica el vacío de no encontrar limitaciones, de no tener nada enfrente que nos detenga ni nos diga qué hacer con nuestras vidas. Al encontrar este vacío, el hombre siente angustia porque no sabe qué hacer, se encuentra en el dilema de hacer o no hacer aquello y ante el reto de la elección. Esta capacidad de elegir del ser humano es lo que lo hace libre y le permite seguir siéndolo a pesar de encontrarse, por ejemplo, en situaciones de opresión o violencia como la tortura en el cual la persona seguirá siendo libre en la medida que sea capaz de elegir en qué momento rendirse y no dar más.
En primer lugar, respecto a la solución que da Empírico para evitar la perturbación del espíritu provocada por tener una postura definida y tajante acerca de cualquier cuestión del mundo, podemos decir que resulta errada su conclusión. Empírico señala que para alcanzar la ataraxia debemos abandonar toda postura tajante y definida. Quizás sea lo más fácil, de hecho es más fácil no asumir responsabilidades respecto a la opinión dada porque luego uno se puede equivocar, pero de lo que se trata en filosofía es de saber pensar con ideas y no de actuar condicionadamente al resultado esperado. No podemos decir, por ejemplo, que como siempre existirán dos posiciones encontradas, dos puntos de vista contrarios, tesis y antítesis, entonces mejor es no asumir ninguna postura para no equivocarnos luego ni tener que pedir perdón por los errores. Esto podría ser considerado como una muestra de “cobardía intelectual” -el no tener una postura definida- que implica ser convertirse en un simple espectador que, por ejemplo, aprecia como la sociedad está en crisis, el mundo está camino a la destrucción pero prefiere no opinar, ya que siempre habrán dos posiciones encontradas, mejor no decir nada porque si no me equivoco, diría el filósofo de la ataraxia. Seguramente debe ser perturbador para muchos el asumir posturas definidas y encontradas con otras, de hecho provoca enfrentamientos, pero las luchas son inevitables y, mientras muchos se hacen de la vista gorda, hay quienes no callan, no silencian y dicen lo que consideran como verdadero no por caprichos individuales sino por sentimientos colectivos y justos.
En segundo lugar, el problema que plantea Whitehead respecto a los hechos, de interés y de importancia que encuentra en relación a las características particulares de las formas de pensamiento de cada persona y las generalidades, puede llevarnos hacia el camino de la relativización que al final es lo mismo que no decir nada. Para entender mejor este problema de qué debe ser importante y qué no debe serlo, debemos considerar que la importancia se encuentra relacionada al interés común. Es decir, en la medida que un hecho afecte los intereses de la mayoría este podrá adquirir carácter de importante. Por ejemplo, podemos decir que el caso de Ciro Castillo no era de interés nacional porque era un hecho particular, aislado, del ámbito familiar, se trataba de una pareja de jóvenes perdidos en el Colca. ¿Cuántos perdidos más hay en todo el Perú? ¿Cuántos desaparecidos por el conflicto armado interno que nadie busca? Lamentablemente, cierto sector de la prensa, tan floja y vende-humo como siempre, y, además, dominada por las empresas que anhelan –y lo han conseguido en parte- una ciudadanía distraída preocupada más en casos como este, escandalizada con los chismes, llena de entretenimiento y fiesta en lugar de una actitud crítica con la sociedad, porque a muchas empresas no les conviene eso, pero si celebran, por ejemplo, una juventud cada vez más distraída y enajenada en este mundo de consumismo, moda y mercado. Por ello, debemos entender que muchas cuestiones no dependen de los individuos sino de grandes organizaciones que muchas veces “crean verdades” y “hechos importantes” para venderlos como tal y provocar que todos nos concentremos en ello y no nos pongamos a discutir, por ejemplo, la crisis financiera a nivel internacional, el movimiento de “indignados” en el mundo entero y el camino hacia el fracaso del neoliberalismo.
En tercer lugar, lo dicho por Sartre respecto a la angustia que provoca la libertad de elegir y hasta la propia existencia es correcto en la medida que, por ejemplo, debemos ser capaces de ser responsables de nuestros propios actos sin necesidad de recurrir a explicaciones basadas en hechos de nuestro pasado como cuando alguien roba y para justificar su conducta hace referencia al maltrato que le daban sus padres y a sus necesidades económicas de subsistencia. Para Sartre, todos, en algún momento de nuestras vidas, elegimos ser algo, algo diferente a lo que los demás hicieron con nosotros, relacionado pero distinto. Esa es la libertad que Sartre puede apreciar hasta en el torturado, esa libertad que nunca se pierde, que podemos dejar de defenderla pero no perderla, ya que es como la dignidad kantiana, a la cual le podemos faltar el respeto pero no la podemos negar. Así es la libertad, un valor humano que viene adquiriendo cada vez más protagonismo y la podemos ver, por ejemplo, en las luchas y movimientos sociales de nuestras poblaciones campesinas e indígenas que le dicen NO al modelo neoliberal excluyente y destructor. En ellos encontramos esa resistencia del torturado, esa lucha por no dejarse oprimir por un sistema cuya hegemonía se encuentra en cuestión a nivel mundial pero que en nuestro país, lamentablemente, se sigue ese modelo basado en el individualismo, las ganancias particulares y el consumismo alienante. En ellos podemos ver esa lucha por la libertad, por el derecho a un país más justo, donde la voluntad popular sea respetada y no se permita la opresión, pero como bien había anunciado Sartre es en esos momentos de crisis en los que la lucha por la libertad se convierte en un acto heroico.

En conclusión, es cierto que todas las personas tenemos esquemas conceptuales diferentes, maneras distintas de entender el mundo, que nuestras experiencias y entendimientos serán diversas pero la solución para este dilema de la verdad y el conocimiento no la podemos encontrar solo en el individuo, sino que debemos encontrarla en esa relación con el “otro” que tanto hace falta en este mundo postmoderno donde el individualismo reina, el egoísmo es valor y la solidaridad parece cada vez más un invento. No debemos caer en el error de creernos dueños de nuestra propia verdad, superiores a otros por tener cierta forma de pensamiento o cultura, sino que el conocimiento siempre estará condicionado a las relaciones interpersonales, sin diálogo con otros individuos, el individuo en sí mismo se quedará solo y dejará de ser como tal, ya que el individuo es parte de la sociedad y no debe ser entendido de manera singular. El individuo es el ser humano considerado como parte de una sociedad, es un elemento de un conjunto, no puede existir un individuo sin sociedad, sin los otros. Además, el conocimiento es un proceso y capacidad humana que el individuo, como sujeto social, adquiere en la medida que interactúa y se comunica con otros sujetos. Por ello, la importancia del “otro” en el conocimiento debe ser revalorada, por ejemplo, a través de la dialéctica hegeliana que nos puede ayudar a la construcción de un “nosotros” a través de la identificación con el “otro”.
Por último, debemos decir que el pensamiento occidental nos ha llevado hacia caminos que han desembocado en el individualismo. La relativización de las verdades y las dificultades para poder unir en un solo pensamiento general una serie de cuestiones particulares en un mundo dominado por un sistema que promueve el egoísmo y resalta al individuo, pero se olvida de lo colectivo, nos ha llevado hacia esta crisis de la postmodernidad en la cual no solo se pone en cuestión el individualismo, sino el carácter crítico de muchos intelectuales que, quizás llevados por la ataraxia de Empírico, deciden no opinar, callar antes que arriesgar. En este contexto, cabe resaltar la figura de Jean Paul Sartre como un defensor de las libertades en plena época donde el imperio yanqui venía adquiriendo un carácter más hegemónico pero aún existían alternativas. Luego, le siguió Michel Foucault como gran crítico de la modernidad capitalista y que nos mostró las características del poder y lo que puede hacer con nuestras vidas. Ahora, en la postmodernidad son pocos los intelectuales. Debemos mencionar, al lingüista e intelectual Noam Chomsky quien se ha convertido en uno de los críticos contemporáneos más importantes de este sistema que nos está llevando al colapso. Marx y Nietzsche habían renegado con anterioridad de la modernidad capitalista. A ellos debemos decirle, con pesar, que no solo nada ha cambiado, que en muchas cosas la historia sigue siendo la misma, que ahora es peor porque nos dicen que no hay alternativa, que solo hay un único modelo y que lo debemos seguir quieran o no los pueblos latinoamericanos porque, de lo contrario, ahí estarán las políticas de “sangre y fuego” dispuestas a hacer por la fuerza lo que por tu propia voluntad no aceptas, encargadas de perpetuar la dominación imperialista que permite, por ejemplo, que se sigan saqueando nuestras tierras y que todos lo celebren pero cuando un pueblo se levanta en contra de ello lo llaman “salvaje”, de “pensamiento primitivo absurdo” o “revoltosos” como lo manifestó un ex presidente que tuvimos. Esta lucha de resistencia por la libertad, la soberanía popular y el camino hacia la emancipación de nuestros pueblos es constante debido a las dificultades que se encuentran en una sociedad dominada por una cultura que todo lo ve mercado, todo es comercio, hasta las vidas humanas han logrado serlo y que, agregadas a la exaltación del individuo se encargan de hinchar egos pero de dejar de lado el aspecto colectivo. En este contexto, la resistencia por la libertad se vuelve complicada pero como diría Sartre hasta en esos momentos se elige, esperemos que nuestros pueblos elijan no rendirse nunca y logren emanciparse y así lograr la unidad de toda Latinoamérica unida, en colectivo, no de manera egoísta e individualista.

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