lunes, 12 de diciembre de 2011

Ni culturas altas, ni culturas bajas: ni dominantes, ni dominados

En la actualidad, vivimos en una etapa de globalización que trae consigo la uniformización de las personas. En este contexto, muchos consideran que todos, tarde o temprano, debemos adherirnos a este proceso mediante el cual todos pensemos y actuemos más o menos de la misma manera. Ante ello, existen quienes consideran que hay culturas y lenguas superiores, los cuales deben predominar sobre los inferiores, y otros quienes, por el contrario, sostienen que hay culturas de igual valor. Por ejemplo, hace algún tiempo, la lingüista Martha Hildebrandt declaró, en relación a la congresista quechua-hablante Hilaria Supa, que esta legisladora era de "bajo nivel cultural" y que debería aprender el idioma español y dejar de hablar en quechua porque nadie la entendería. Al respecto, debemos hacer un par de aclaraciones.


En primer lugar, aquellos que consideran la existencia de culturas superiores e inferiores y que hay niveles altos y bajos de culturas parten de no y bajos de cultura parten de nociones equivocadas. El error de los que sostienen esta posición es no tomar en cuenta las diferencias culturales, así como la equivocada valoración a las manifestaciones culturales de manera jerárquica con diferentes niveles. En este sentido, debemos considerar que el castellano y el quechua son lenguas de igual valor. Además, el hecho de que un idioma sea más utilizado que otro no lo convierte en mejor ni peor que otro. El carácter predominante de una lengua sobre otra responde a conductas sociales de dominación de un grupo humano sobre otro. Y, debido a la invasión española con la imposición del catolicismo y el castellano, muchos han creído que, efectivamente, existen superiores e inferiores. Nada más falso que eso, las culturas no valen ni por la cantidad de personas que la comparten ni debe ser apreciada de manera jerárquica. Todas las manifestaciones culturales valen por igual, no hay superiores ni inferiores. La mayoría de los casos en los que se dan este tipo de valoraciones son en contextos en los cuales se pretende mantener el carácter hegemónico de unos sobre otros. Con estos argumentos, llegaron los españoles a invadir nuestras tierras, a explotar a nuestros antepasados, a esclavizar a los africanos y chinos, y, últimamente, se llegaron a cometer crímenes de lesa humanidad durante el fujimorismo contra poblaciones andinas consideradas como inferiores por su origen, con lo cual se puso de manifiesto el racismo brutal de nuestra sociedad.
A pesar de ello, todavía hay quienes siguen defendiendo, como si fueran españoles recién llegados a América, el castellano como lengua única en nuestro país, se molestan ante quienes hablan quechua o pertenecen a la cultura andina. Ante esta situación, debemos decir que las diferencias culturales deben ser respetadas y valoradas de manera positiva, y no deben ser entendidas como un obstáculo, sino más bien como una posibilidad de aprendizaje enriquecedor.

En segundo lugar, se podrá argumentar que la educación en el extranjero es mejor que en el Perú y, por ello, debemos considerar con mayor respeto y valoración, por ejemplo, a los graduados de Oxford o Harvard. Al respecto, debemos decir que dicha afirmación resulta del todo equivocada. Los que defienden esta posición no toman en cuenta que estudiar en tu país de origen, en el cual has vivido la mayor parte de tu vida, resulta beneficioso tanto individual como socialmente. En este sentido, graduarse en Europa o Norteamérica no te convierte en mejor persona que otro individuo graduado en una universidad nacional del Perú. Cada país, tiene sus propias características, sus propias costumbres y sus propios problemas. Lo extranjero no es, necesariamente, lo mejor. En nuestro país, por ejemplo, la diversidad cultural es una característica que nos convierte en una sociedad multicultural y en la cual podemos notar la posibilidad de un diálogo intercultural enriquecedor, aunque también existan obstáculos a vencer como el racismo, el machismo y la homofobia.

Entonces, no existen, como muchos dicen, culturas inferiores y superiores, o de alto y bajo nivel. Por el contrario, las manifestaciones culturales deben ser valoradas y respetadas por igual. No deben existir, en estos tiempos, dominantes ni dominados. Sin embargo, debemos decir que la realidad nacional y mundial nos indican que estas conductas dominantes persisten, por lo cual la denuncia debe ser una tarea primordial para que las pretensiones de dominación se vayan disipando poco a poco. Además, debemos promover como valores fundamentales para poder convivir en una sociedad pluricultural como la nuestra el respeto y la tolerancia.

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